Fuente: 20 minutos (14 de diciembre de 2011)
En enero de 2010, Juanjo decidió que quería formar una familia. Con 42 años y sin una pareja estable,
comenzó los trámites para adoptar a un niño de Costa de Marfil. "Miré
otras opciones, como la del vientre de alquiler, pero pensé que hay
demasiados niños necesitados de una familia como para traer otra criatura al mundo", explica.
Con preguntas así te dejan humillado Se decidió entonces por la adopción. Sin embargo, pronto descubrió que le esperaba un largo y difícil camino por recorrer. "Me empezaron a poner trabas
por el hecho de ser un hombre soltero y querer adoptar", asegura
Juanjo. Al disponer una vivienda y un salario adecuado, la Consellería
de Bienestar Social valenciana se centró en sus test psicológicos para
rechazar su solicitud. Consideraban que existían "factores que apuntan al fracaso en la adopción, apuntándose características de personalidad en el demandante que no resultan adecuadas".
"Fui a varios psicólogos y un preparador para aprobar esos tests, pero no había manera. Si un agente social te rechazaba,
su compañero también lo hacía por puro corporativismo", critica este
profesor de secundaria. "Me decían que, como estaba nervioso por todo el
proceso, tenía ansiedad, y volvían a rechazarme el informe", afirma.
"Además, trataban de definir mi personalidad con preguntas como 'Si te encontraras un billete en la calle, ¿lo devolverías?'", explica Juanjo.
Además de estas pruebas, Juanjo tuvo que enfrentarse a cuatro entrevistas personales donde analizaron exhaustivamente su vida, desde su infancia hasta sus relaciones sentimentales. "Me preguntaron que a qué se debían mis fracasos en el amor.
Yo no me considero un fracasado en ese aspecto, las relaciones
simplemente se terminan, pero con preguntas así te dejan humillado",
recuerda.
Llevo unos 3.000 euros gastados entre juicios y psicólogos Juanjo
no se rindió y decidió continuar con el proceso. Denunció su situación
ante el juzgado de Primaria Instancia número 24 de Valencia y ganó. El
fallo del magistrado señala que Juanjo cuenta con "suficientes recursos económicos y
una vivienda que reúne las condiciones de habitabilidad para albergar a
un nuevo miembro en la unidad de convivencia" y afirma que de sus
perfiles psicológicos "no se desprenden características que cuestionen
su capacidad" para adoptar. En definitiva, "reúne las condiciones suficientes para hacerse cargo de un menor", asegura el tribunal.
Sin embargo, Juanjo se considera afortunado. "Llevo unos 3.000 euros gastados entre juicios y psicólogos, entiendo que no todo el mundo se lo puede permitir", explica. "Además, ha perdido casi dos años en este proceso, ¿quién me devuelve eso a mí?", concluye.
Hombres solteros, los que más difícil lo tienen
"Es una adopción más complicada, a pesar de que no está escrito en ningún sitio que deba priorizarse aquellas familias formadas por un matrimonio", explica Jorge Carbó, del bufete Carbó y Rubio, especialista en adopciones. "Los expedientes de los solteros pasan con cuentagotas. De cada diez informes de adopción, con suerte uno o dos son de familias monoparentales", asegura.
"Los informes sobre sus aptitudes sociales y psicológicas suelen ser muy duros,
les dejan bloqueados", continúa Carbó. "Les acusan de querer volcar en
un hijo el amor que no han conseguido con una relación estable", afirma
el abogado. "Los hombres solteros lo tienen mucho más difícil, ya que
siempre se suele preferir una familia extensa con una amplia red de amigos para aprobar una adopción", según Carbó.
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