Fuente: ABCSevilla (9 de diciembre de 2011)
El
paro o el riesgo de perder un trabajo acaba con muchas ilusiones, entre
ellas las de ser padres. Las dificultades económicas para salir
adelante y el coste que supone el proceso para lograr adoptar un niño
—las entidades colaboradoras de adopción internacional (Ecai) cobran un
dinero variable al que hay que sumar el coste del viaje al país de
origen del menor y lo que supone la emisión de todo tipo de certificados
e informes — no animan precisamente a ello. Así lo reflejan el dato de
número de solicitudes presentadas en Sevilla para adoptar un niño, tanto
en el extranjero como en España, que ha bajado de forma sustancial en
los últimos meses.
En
tan sólo un año, del 2009 al 2010, las solicitudes de las adopciones
internacionales han disminuido un 33% —de 143 en 2009 a 97 en 2010—, y
en las españolas un 22% —119 en 2009 y 90 en 2010—. La diferencia entre
ambas cifras puede deberse a la reforma aprobada a finales del pasado
año por el Senado en la Ley de Adopción, que hace más «fácil» un proceso
que hasta ese momento hacía casi imposible adoptar un niño en abandono
en España. De hecho se estima que para adoptar un niño español el
período de espera ronda los siete años frente a los cuatro años de un
extranjero, y eso que en el exterior se dan retrasos por cambios en la
ley o cierre de las adopciones.
En
los dos últimos años en Sevilla se han formalizado un total de 222
adopciones internacionales frente a los 57 niños españoles dados en
acogimiento preadoptivo. Esa última calificación explica también el
proceso.
En
el extranjero es más fácil la adopción plena de un niño, es decir una
vez que te «dan» al pequeño éste ya es tuyo, sólo hay que pasar una
evaluación cada cierto período de tiempo que indique que el niño está
integrado en la familia y que ésta sigue cumpliendo los requisitos que
se les exigieron en su día.
El
caso español es más complejo. Para poder adoptar un niño éste tiene que
estar declarado en abandono y el proceso de adopción implica, señalan
desde la delegación provincial de la Consejería de Bienestar Social e
Igualdad, seleccionar la familia que se adecue mejor a las condiciones
del niño, lo que es especialmente claro en el caso de niños con
problemas físicos o sociales.
Sin
embargo, en el caso de un recién nacido al que su madre deja en
abandono nada más parirlo, la adopción tampoco es fácil. De momento, no
puede abrirse el proceso de adopción hasta que cumpla 3 meses. Al mes
del abandono, la Junta se pone en contacto con la madre para confirmar
que sigue estando conforme, si es así tiene que buscar a los familiares
del bebé para saber si se quedan con él y sólo cuando no hay esa
posibilidad se inicia el proceso de adopción. Si ésta se formaliza, los
padres biológicos pueden reclamar al niño en cualquier momento, aunque,
apuntan desde la Junta, en esos casos se hacen informes para definir la
situación de aquellos y del menor, por lo que es muy raro el caso en el
que pequeño tiene que dejar a sus padres adoptivos.
Acogimiento, otra fórmula
Esta situación se
explica por la apuesta de la Junta de Andalucía por promover los
procesos de acogimiento familiar. En la mayoría de los casos esa fórmula
se produce cuando quienes se hacen cargo del menor son familia de éste,
es decir sus abuelos, sus tíos o hasta sus hermanos; pero hay
acogimientos en familias ajenas, una fórmula en la que éstas, tras pasar
los correspondientes informes de idoneidad, asumen la atención a niños
que en cualquier momento pueden irse. Esta fórmula de acogimiento suele
ser para niños mayores, que están en centros de acogida por
circunstancias muy adversas.
Existe
la posibilidad de solicitar el acogimiento remunerado, que asegura el
cobro de una cantidad, aunque su concesión depende de las circunstancias
económicas de los acogedores. La ayuda estipulada es de 300 euros si es
un menor; 540 si son dos y 720 si son tres. En Sevilla hay actualmente
948 niños en acogimiento, el 70% (685) por familiares y el resto (263)
por familias ajenas.
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