Fuente: laopinionCoruña.es (17 de noviembre de 2011)
Asegura que la escuela también debe adaptarse al aumento de adopciones en España y que prácticas habituales en las aulas y aparentemente inocentes deben desaparecer ya que impiden la plena integración de estos niños. "Cosas tan simples como pedir que traigan una foto de cuando eran bebés hay que sustituirlas por prácticas en las que nadie se quede fuera", señala la investigadora del grupo Adopciones, familias e infancia de la Universidad Autónoma de Barcelona y autora del libro Adopción y escuela, que ayer impartió la charla La escuela como agente facilitador del ajuste social y escolar de los niños adoptados en la Fundación María José Jove de A Coruña.
"Cada vez es más frecuente que los profesores tengan algún niño adoptado en clase y estos estudiantes presentan retos distintos al del resto del alumnado", señala San Román, quien añade: "No es que la adopción implique un mayor riesgo de problemas de aprendizaje o para relacionarse, pero las vivencias que han tenido muchos de estos niños -falta de estimulación, maltrato, ruptura con sus familiares a edades muy tempranas- sí que influyen". "Además, la diversidad obliga a tener cuidado con ciertas tareas habituales en clase: no se puede definir la familia por sus componentes sino por su función; si hay niños de otras etnias el decir que una pintura es de color carne solo transmite mensajes complicados a los pequeños, a la hora de hacer el árbol genealógico no puede obligárseles a cubrir todos los parentescos, etc. Y todo esto no solo por los pequeños adoptados sino por todos aquellos que no obedecen al perfil que se solicita", indica esta experta en adopciones.
Pero los profesores también deben estar preparados para cuando los niños, especialmente en Educación Infantil o los primeros años de Primaria, pregunten por qué su compañero es adoptado. "Y no lo preguntarán así sino que dirán, por ejemplo, ¿por qué la madre de Sofía no la quería?", indica San Román. La clave esta en adaptar la explicación a la edad de los alumnos y evitar hacer comentarios sobre el compañero ya que "siempre hay que respetar su intimidad".
Una pregunta que, en casa, hay que evitar que llegue a realizarse. "No podemos esperar a que el niño pregunte para contarle que es adoptado, ni decírselo significa sentarlo un día y ponerse a contarle todo. Desde el primer día, como hacemos con otros temas, hay que explicar algunas cosas", señala. Lo contrario sería "peligroso" ya que "habría que mentir a menudo".
Tener paciencia durante la adaptación del pequeño a su nueva vida es otra de las reglas de oro para los padres. "Hay que pensar que ellos tienen que aprender a ser hijos y adaptarse a cambios en la comida, el clima, la familia...", indica San Román, quien asegura que durante los dos primeros años "hay que dejar las exigencias académicas, para centrarse en que el pequeño se estabilice emocionalmente". Para ello, demanda una ampliación del permiso de paternidad.
"Cada vez es más frecuente que los profesores tengan algún niño adoptado en clase y estos estudiantes presentan retos distintos al del resto del alumnado", señala San Román, quien añade: "No es que la adopción implique un mayor riesgo de problemas de aprendizaje o para relacionarse, pero las vivencias que han tenido muchos de estos niños -falta de estimulación, maltrato, ruptura con sus familiares a edades muy tempranas- sí que influyen". "Además, la diversidad obliga a tener cuidado con ciertas tareas habituales en clase: no se puede definir la familia por sus componentes sino por su función; si hay niños de otras etnias el decir que una pintura es de color carne solo transmite mensajes complicados a los pequeños, a la hora de hacer el árbol genealógico no puede obligárseles a cubrir todos los parentescos, etc. Y todo esto no solo por los pequeños adoptados sino por todos aquellos que no obedecen al perfil que se solicita", indica esta experta en adopciones.
Pero los profesores también deben estar preparados para cuando los niños, especialmente en Educación Infantil o los primeros años de Primaria, pregunten por qué su compañero es adoptado. "Y no lo preguntarán así sino que dirán, por ejemplo, ¿por qué la madre de Sofía no la quería?", indica San Román. La clave esta en adaptar la explicación a la edad de los alumnos y evitar hacer comentarios sobre el compañero ya que "siempre hay que respetar su intimidad".
Una pregunta que, en casa, hay que evitar que llegue a realizarse. "No podemos esperar a que el niño pregunte para contarle que es adoptado, ni decírselo significa sentarlo un día y ponerse a contarle todo. Desde el primer día, como hacemos con otros temas, hay que explicar algunas cosas", señala. Lo contrario sería "peligroso" ya que "habría que mentir a menudo".
Tener paciencia durante la adaptación del pequeño a su nueva vida es otra de las reglas de oro para los padres. "Hay que pensar que ellos tienen que aprender a ser hijos y adaptarse a cambios en la comida, el clima, la familia...", indica San Román, quien asegura que durante los dos primeros años "hay que dejar las exigencias académicas, para centrarse en que el pequeño se estabilice emocionalmente". Para ello, demanda una ampliación del permiso de paternidad.
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