La autora del blog recoge las reflexiones de una chica adoptada que trata de explicar lo que supone serlo:
Piensa que sufres amnesia. Te despiertas y te encuentras en un sitio desconocido con gente nueva, no puedes recordar tu nombre ni de dónde vienes ni nada sobre tu vida anterior a esa mañana. Te ponen un nombre nuevo, pero sabes que antes te llamaban de otra manera. Te dan de comer, pero esa comida es diferente a la que tú conocías hasta ese momento. Te cuidan, pero sabes que esas personas no son las que cuidaban de ti anteriormente. Todo ha cambiado en un sólo día. ¿Cómo puede ser que no recuerdes nada?
Sabes que tienes un pasado, que ahora ha desaparecido y ya no sabes quién eres. Estás demasiado asustada para saber qué hacer. Los días pasan y poco a poco te vas familiarizando con tu nueva vida. Pero constantemente te tienes que enfrentar a preguntas que te causan un caos interior porque no tienes respuestas para ellas ya que pertenecen a tu vida anterior. Te piden en el colegio que dibujes tu árbol genealógico. Caos. Te preguntan cómo naciste. Caos. Si tu madre tiene el mismo color de ojos que tú. Caos. Si tus hermanos se parecen a ti. Caos. Te preguntan cuál es tu etnia. Caos. El médico te pide tu historial médico. Caos. Todo lo que sabes es que una vez tuviste una identidad que ahora ha desaparecido. La gente sigue preguntándote esas cosas. Tú miras a otras familias y todos sus miembros se parecen. Tienes un hijo y se parece a ti. Tiene algunos de tus rasgos. Tú intentas buscar tus rasgos en otras personas, pero no los encuentras en nadie... Caos. Te miras en el espejo y ves -un extraño- que no se parece a nadie de tu familia. Y sí, los adoptados podemos y debemos vivir con todo ésto. Superarlo. Pero en mi caso, casi tres años, los tres primeros años de mi vida, fueron borrados. Tres años de cultura e idioma no son cosa pequeña. No es nada trivial perder tres años. Aquellos tres años fueron mis años formativos. Me formaron a un profundo nivel. Pero todo acceso a cualquier información que me pueda decir algo sobre esos tres años, sobre el comienzo de mi historia, toda pista que pudiera aliviar ese terrible sentimiento de pensarse un extraterreste caído del cielo, que llega a la vida con tres años ya cumplidos, se me niega. Ni una frase, ni una foto que puedan tapar ese agujero, que puedan probar que no soy un extraterrestre. Negados. Aún con todo, los adoptados salimos adelante. No nos queda otro remedio. Pero esta amnesia, inducida por otros, este robo de nuestras identidades originales no es algo que nos inventemos para culpar a otros de nuestros problemas. Es una pérdida muy muy real. Una pérdida a la que nadie tiene que enfrentarse excepto los adoptados y los amnésicos. Y es inquietante y te rasga el corazón. Y es frustrante. Por favor, no lo trivialicéis. No podéis ni llegar a imaginar cómo es sentirse así.
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