viernes, 17 de diciembre de 2010

La gran vergüenza de la adopción nacional en los años 60

Artículo publicado en Lne.es, el 17 de diciembre de 2010

Envuelta en papel de regalo llegó a su hogar de adopción una niña nacida en Asturias. Fue a finales de los años sesenta. Casos como el suyo se sucedían por todo el país. En 1969 por un bebé se pagaban 200.000 pesetas y en ese siniestro mercadeo participaban médicos, enfermeras, comadronas, monjas, curas, directores de clínicas... Asturias no es una excepción.

Siete asturianos se han sumado a la demanda colectiva que la Asociación Nacional de Afectados por Adopciones Irregulares (Anadir) presentará el próximo 27 de enero a la Fiscalía General del Estado solicitando que se investigue el robo y la compraventa de niños en España, y que se reabran sus casos. Todos, más de 250 en toda España, son víctimas de este sórdido comercio de uno u otro modo.

Entre los demandantes asturianos hay niños -ahora adultos de mediana edad-, hermanos y hermanas, incluso madres en busca de bebés a los que nunca llegaron a tener en los brazos y que sospechan que fueron cruelmente engañadas. El presidente de Anadir, Antonio Barroso Berrocal, por ejemplo, descubrió que quienes siempre creyó que eran sus padres biológicos lo compraron «a una monja y un cura en Zaragoza». Dice saber que en Asturias hay más de los siete casos que secundan la denuncia -que presentará en nombre de los demandantes el abogado Enrique Vila- pero revolver en el pasado, admite, puede resultar demasiado doloroso para algunos de ellos.

Los bebés cuyas adopciones están bajo sospecha pasaron por el Hospital General de Asturias, por el Hospicio Provincial -reconvertido a principios de los años setenta en hotel de la Reconquista- o por el Hogar Infantil de Oviedo, que dependía de la Diputación Provincial.

Barroso advierte de que la codicia se extiende por todas partes, y de ella no se libran centros sanitarios públicos ni privados, ni laicos ni religiosos. Tampoco el tiempo la ha alejado: Anadir tiene constancia de adopciones irregulares de bebés en los años 2007 y 2009. Ya no son para el mercado nacional, aclara, se envían a países como Alemania o Suiza y los precios se han actualizado: un niño sano cuesta entre 100.000 y 120.000 euros, dice.

Barroso corrige a quienes vinculan la venta de menores con la dictadura franquista o con la Iglesia. Si abundan los casos en los años sesenta, dice, es porque fue entonces cuando las parturientas comenzaron a ser atendidas en los hospitales; y si a menudo hay monjas y curas implicados en ellos, es porque era frecuente que trabajaran en instituciones de acogida. «Es, simplemente, un negocio», sostiene.

Las historias se repiten. En Asturias, como en otros lugares y según algunos testimonios, los bebés se servían a la carta y los adoptantes tenían incluso la posibilidad de elegir el sexo de su futuro hijo.

Entre los años sesenta y los noventa 300.000 niños españoles fueron robados a sus madres, vendidos o dados en adopción de manera irregular, asegura el presidente de Anadir, Antonio Barroso. Muchos de ellos nunca lo sabrán, pero la asociación pelea por quienes intentan despejar las sombras que se ciernen sobre su pasado. Hasta ahora, explica, las demandas particulares interpuestas por los afectados han sido desestimadas, por el tiempo transcurrido. Sin embargo, Barroso esgrime, acogiéndose a la jurisprudencia existente, que estos delitos no prescriben.

Barroso habla de simulación de partos, secuestros, engaños, falsificación y destrucción de documentos, todo por dinero. Dice que la sustracción de bebés por motivos ideológicos, a las madres represaliadas tras la Guerra Civil no deja de ser anecdótica comparado con el ingente tráfico de niños que se registró en España.

Y las familias que pagaban por los bebés eran en su inmensa mayoría también víctimas de ese trapicheo. «Les decían que sus madres eran prostitutas o drogadictas, que habían muerto en un accidente de tráfico y que, en definitiva, estaban haciendo un favor a los niños», cuenta. De todos modos, la generosidad con la que acogían a los chiquillos no los liberaba de pagar por ellos. Los padres adoptivos evitaban hablar del asunto, si es que por alguna circunstancia sus hijos recelaban y preguntaban. Curas, monjas o comadronas suelen aparecer en los relatos. «En este asunto hay implicada gente muy importante», afirma Barroso, justificando ese silencio.

1 comentario:

  1. hola me llamo nieves cro que soy un caso de estos. naci en madrid el 21 octubre 1962 en santa cristina hija de madre soltera estuve en la inclusa la pazen el 67 m adoptaron un matrimonio de sesenta años y sin medios economicos ni siquiera m escolarizaron mi vida fue un pesadilla hasta k fallecieron m gustaria que alguien me diera informacion y tanpoco descarto encontrar a mi madre biologica un saludo gracias

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...