domingo, 16 de enero de 2011

Aprendiendo el idioma del futuro y de sus antepasados

Fuente: ElMundo.es (16 de enero de 2011)

Niñas adoptadas en China durante una de las clases de chino. | Madero Cubero
En cuanto llegan al colegio, los pequeños se dan cuenta de que sus ojos no son como los del resto de los niños con los que juegan, aprenden y crecen. Las preguntas se suceden y los padres se sienten obligados a explicar cómo han terminado viviendo en España. A partir de ahí, el pequeño comienza a ser consciente de que proviene de una cultura muy diferente a la de sus padres, sus amigos y su vida actual. Por esta razón, un grupo de padres de Córdoba pretende familiarizar a sus hijos con aquella cultura en la que nacieron, llevándolos a aprender la lengua de sus antepasados.
El objetivo de esta iniciativa es que los pequeños conozcan cuáles son sus raíces, sus costumbres, sus orígenes, en definitiva. Una de las madres, Esperanza Rodríguez, explica a ELMUNDO.es que cuando los papás acuden al Registro Civil de China a recoger a su hijo, les preguntan si tienen algún inconveniente en que éste conozca su cultura. Allí todos afirman que no, pero otra cosa es la realidad. Cuando regresan a España con frecuencia se les olvida -o no tienen forma de llevar a cabo- este compromiso.
En Córdoba, hace algún tiempo que este grupo de padres se ha dado cuenta de que es bueno para sus hijos -hijas, en su mayoría- que tengan unas nociones básicas de lo que son sus orígenes. De esta forma, mantienen un acuerdo con la Universidad de Córdoba, para que una profesora del servicio de idiomas imparta una clase a la semana a una decena de "niños españoles nacidos en China", como les gusta llamarlos. Y así llevan ya dos cursos escolares.

La lengua y las tradiciones

Los avances son muy evidentes, aseguran los padres. Aunque los niños, en su mayoría, llegaron a Córdoba siendo bebés, absorben los conocimientos como esponjas. "Hasta cantan canciones en chino, el idioma del futuro". Pero las clases no sólo sirven para que los pequeños se familiaricen con el lenguaje de su país de origen, sino que además aprenden algunas de sus tradiciones.
Isidora es madre de una niña de origen chino de cinco años y está muy contenta con los avances que ésta ha experimentado desde que acude a estas clases. "Yo quería que mi hija conociera un segundo idioma, y pensé que qué mejor que el suyo de origen que, además está llamado a ser el idioma del futuro", explica.
Isidora cuenta que a su hija le encanta acudir cada viernes al antiguo Rectorado. Con frecuencia, los padres oyen a sus hijos hablar en chino entre ellos, lo que les impide entender lo que dicen. Por eso algunos padres también se están planteando aprender ellos este idioma. "No nos va a quedar más remedio que aprender chino si queremos entenderlas. Es una forma de que los papás no nos enteremos de lo que hablan", explica esta madre.
La mayoría de los padres que cada viernes acuden al antiguo Rectorado de la UCO a llevar a sus hijos a las clases de chino forman parte de la asociación Tejiendo Sueños, creada en 2008. María, hija de Esperanza, le preguntó un día, cuando sólo contaba con tres años, por qué sus ojos eran diferentes a los del resto de los niños. Esperanza necesitó ayuda para poder explicarle que era adoptada sin utilizar este término.

Cuanto antes, mejor

Por eso se le ocurrió poner en marcha la asociación, cuyo objetivo es enseñar a los padres adoptivos cuál es la forma más adecuada para responder a las preguntas de sus hijos. "Necesitamos formarnos para transmitir cierta información a los profesores, por ejemplo. Para trasladar el mensaje a nuestros propios hijos de que ser china no es malo, para evitar que sufran si otros niños se ríen de ellas en el colegio", explica.
Los especialistas recomiendan que en el caso de las adopciones internaciones en países asiáticos, se les explique a los niños que son adoptados antes de los seis años para que empiecen a tomar conciencia de que "no son tus hijas biológicas".
De hecho, si la niña no pregunta nada, "aconsejan que tú provoques la conversación, sin llegar a forzarla. Antes de contar nada es necesario conocer qué quiere saber tu hija. No tienes que forzarlo, sólo hay que llegar hasta donde quiera ella".

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