Este cómic abre mucho los ojos, sobre todo en un tema tan en voga desde hace unos años en España como es la adopción internacional. Es un cómic autobiográfico en el que Jung Sik cuenta cómo volvió a nacer a los cinco años de edad cuando un soldado norteamericano le saca de las calles de su Seúl natal y le deja al cuidado de un horfanato. Posteriormente Jung es adoptado por un matrimonio belga.
En los años 70 hubo una oleada de adopciones de niños coreanos por parte de americanos, daneses, belgas y suecos. Jung crece junto a sus nuevos padres y sus hermanos, pero a medida que va ganando años, empiezan a surgir en su interior innumerables preguntas: ha olvidado todo lo referente a su país de origen como método de autodefensa, pero se sabe entre dos realidades. No es del todo belga, no es del todo coreano. Es distinto a los demás y evita a otros tantos chicos y chicas coreanos adoptados que hay en su colegio y luego instituto para renegar de su pasado. También empieza a cuestionar los sentimientos de su madre adoptiva hacia él y fantasea con su madre biológica. ¿Quién será? ¿Por qué le abandonó? ¿Seguirá viva en algún lugar de Corea? ¿Le habrá olvidado?
Las dudas del Jung adolescente, casi en la entrada a la edad adulta, se apaciguan cuando decide viajar al país de sus sueños, Japón, y encontrándose tan cerca de su páis de nacimiento siente que está tranquilo y en paz consigo mismo sabiendo que ahí están sus raíces y que darle solución a la tortura interna que se ha autoinfringido es, en realidad, una cuestión muy sencilla
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