Estaban preparados y dispuestos para viajar a Kazajistán, donde conocerían a los dos niños que desean adoptar. Atrás iban a dejar cuatro años de espera (iniciaron los trámites en noviembre de 2006) y varios intentos previos, fallidos y dolorosos por lograr un embarazo biológico. Pero han tenido que cambiar la maleta de viaje para instalarse en el cabreo, la desilusión y la impotencia. Carlos Riera y María José Toyos son una pareja gijonesa que se ha visto afectada, junto a otras 240 familias españolas, por la paralización decretada por Kazajistán en los procesos de adopción internacional. El país euroasiático, integrante de la antigua Unión Soviética, argumenta que va a modificar la actual ley de adopción y aunque el proceso de cambio legislativo lo inició hace ya dos años, las autoridades de Kazajistán han ordenado devolver todos los expedientes que no tengan un menor asignado a fecha del 15 de enero de 2010.
«Estamos desesperados. Hemos esperado cuatro años para nada, para volver al mismo punto de partida», se queja Carlos. Su mujer, María José, no sale de su asombro. Ambos pensaban que estaban ya en el final de un largo proceso «que ha sido muy duro y que nos ha provocado un gran desgaste psicólogico». Pero no ha sido así. La pareja se ha puesto en contacto con el Principado, que gestiona la adopción internacional de los dos pequeños, «pero ellos tampoco saben mucho de lo que ocurre».
María José y Carlos han iniciado una campaña en internet. «Queremos que se conozca nuestro caso y el del resto de las familias adoptantes en España que están en la misma situación». Han abierto un blog (www.degijonakaz.blogspot.com) y tienen en mente recoger firmas. «Lo que no vamos a hacer es quedarnos cruzados de brazos. Queremos adoptar a esos dos chiquillos», insisten.
Idoneidad, 20 meses
María José, de 41 años, trabaja en la sección de atención al cliente de la empresa Raimbow. Carlos, de 42, dirige la tienda asturiana de Primark. En todo este tiempo «hemos pasado mucho». Primero habían elegido China como país para adoptar un niño, pero, paradójidamente, un cambio en la ley les obligó a modificar de rumbo. Al final, optaron por Kazajistán. «Allí te exigen que pases un mes con los niños y eso nos pareció muy importante para que los pequeños no sufran tanto en todo el proceso», explican.
Iniciaron la tramitación a finales de 2006. Esperaron 20 meses por el certificado de idoneidad. En enero de 2010, finalmente, su expediente viajó al país euroasiático. A principios de 2011 «nos tenía que llegar la carta de invitación de Kazajistán», pero lo que les ha llegado ha sido un jarro de agua fría.
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